12.4.13

La Última Caminata. G.A.

La luz tenue de ese sendero la invitaba a seguir caminando… como si fuera hacia un espacio de paz…
Muy suavemente, una música empezó a brotar de los muros que la rodeaban y estos iban desapareciendo a medida que ella los dejaba atrás.
Vio la silueta de una persona a lo lejos. Se ilusionó… ¿podía ser cierto? ¿o sería éste otro sueño?
Sus pasos quisieron acelerarse, pero algo lo impedía, como si todo tuviese que ser en el justo momento, ni antes, ni después.
Se dejó llevar sin oponer resistencia y su cuerpo empezó a hacerse liviano.
En su mente empezaron a dibujarse viejas escenas de su vida, de su niñez, de su adolescencia… Se veía a sí misma llorando en aquella ventana pidiendo que por favor volviera. Se veía riendo sin parar con aquellas amigas que jamás olvidaría. Un cúmulo de sensaciones invadió su interior…
Y seguía caminando, lentamente, iba reviviendo situaciones que no habría querido recordar y será debido a ello que pequeñas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
¿Qué hecho de mi vida? –se preguntó- pero pronto entendió que aquí no había ya respuestas.
Era sólo un “ir” hacia un lugar nuevo y distinto, claro, y donde se veía a una persona que la esperaba con los brazos abiertos.
Sintió deseos de pedir perdón… Perdón, por tantos errores cometidos. Sintió deseos de volver atrás y decir “lo siento si te lastimé”. Pero ya no era tiempo de eso. Ahora era otro tiempo. Ahora ya ni siquiera había un tiempo.
De pronto, a medida que se iba acercando lo comprendió todo y una sonrisa se dibujó en sus labios.
Esa música encantada seguía brotando de todos los rincones como algo maravilloso.
Llegó hasta esa persona y se abrazó a ella fuertemente… cuando volvió hacia atrás su rostro, unas manos de seda secaron sus lágrimas.
Y porque ya nada existía, ni el pasado, ni el futuro, ni el mundo hasta ahora conocido, por fin… por fin se sintió libre. Libre como jamás antes.
Volvió a abrazar aquella silueta adorada y de su boca, cual dulce sonido del viento, se oyó a sí misma decir unas palabras… Y algo parecido a la felicidad invadió todo su ser…
“-Mamá… Mamita… por fin estamos juntas otra vez.”

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