Es hoy.
No hay más
tiempo que perder, basta.
Ahí viene,
con la misma vieja parsimonia de siempre, me mira al pasar, pero no me ve.
Podría tener
un cuchillo clavado en medio de la frente que no lo vería.
Pero ya no
importa más.
Es hoy. Ya
lo decidí. No hay vuelta atrás.
Ni un día
más voy a esperar eh. Ni uno solo. Ya lo decidí.
Hoy me va a
conocer.
No soy una
estúpida yo.
Y ya estoy
cansada.
Ahora que
estamos eventualmente en la misma habitación, se lo digo y se terminó.
Sí, hoy.
Es hoy.
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-Mirá, no me digas nada, no abras la boca para decir nada. Escuchame.
Entendés? Escuchame por una vez.
-Estoy cansada. Cansada y aburrida, eso estoy. Y no me importa lo que
tengas para decir. No lo intentes siquiera. Ni me mires. Quedate así, mirando
por la ventana, dándome la espalda. Es una imagen bastante representativa, te
digo eh.
-Todas tus palabras ya no me llegan, quiero que lo sepas. Tu mundo de
idioteces me tiene tan sin cuidado que si abrís la boca para decir algo te
juro, te juro que te la voy a llenar de basura.
-La basura que me diste. Te gusta, no? Te gusta tener algo para
reprocharme cuando este momento pase. Sé que lo estás disfrutando. Me escuchás
pero no te duele, no te llega, solo es material nuevo para futuras discusiones
donde no vas a dudar en sacar a la luz cada palabra de las que estoy diciendo
ahora.
-Te conozco. Estás callado por eso. Estás pensando en cómo usar estos
dardos contra mí. Estás pensando en ese momento de satisfacción, no?
-Pero no. ¿Sabés una cosa? No vas a poder.
-Lo que tengo para decirte es lo último que vas a escuchar de mí, es la
última palabra, la última imagen. Yo que vos me daba vuelta, al menos mirame de
frente cuando te lo diga, digo, a lo mejor te sirve para cuando conviertas esto
en otra cosa que odiar de mí.
-No voy a esperar. Te di la oportunidad. Preferís estar dado vuelta,
así de espaldas. Típico de los indiferentes, de los cínicos.
-Está bien, como quieras, te lo digo y ya. Para qué darte un minuto más
de gracia.
-Me voy. Sí, así como lo estás escuchando. Me voy y no me importa nada
de lo que digas, no me importa nada de nada.
-No te voy a decir por qué me voy. Si alguien sabe eso sos vos. Vos
sabés por qué. No te voy a explicar, no tengo nada que decirte más que esto.
-Me siento feliz de habértelo dicho, de la decisión. Me siento
exultante. Siento la sangre correr por mis venas. Ya lo sabés ahora. Que me
voy, que te desprecio, que no me importás.
-Tus cosas, tu casa, tu plata ¿sabés dónde te la podés guardar? Sí,
justo ahí. Te molesta cuando me pongo así, no? Bueno, te doy una noticia:
-Yo soy así. Siempre fui así. Siempre fui igual. Nunca tuve buenos
modales. Me gusta la calle. Me gustan los tipos fuertes, los tipos con huevos.
Me gustan los tipos que se dan cuenta de las cosas, los tipos a los que no hay
que pedirles nada. Me gustan los tipos con ideales que defienden a muerte. Me
gusta contestar mal si se me canta. Así soy yo. Vos nunca me conociste.
-Tomá, ahí tenés otra noticia. Ya estuvo bien de lecturitas de salón y
de canciones de culto. Dejame en paz, vos y toda tu parafernalia, vos y tu
intelectualidad tan buena para nada. Ah, sí, no soy como vos yo. Yo soy de otro
palo, sabés?
-Está bien. Me gusta que te calles, que por una puta vez te calles. Y
mires por la ventana. Lo que ves ahí en la calle, esa calle adonde cada tanto
pasa gente que no te conoce, esa calle gris es todo lo que tenés, es lo que te
queda.
-Porque no sé si te diste cuenta de que no tenés nada vos tampoco. ¿O
creías que este techito en la casa de papá te iba a salvar de la miseria que
sos?
-No, querido, no. Vos y yo somos iguales en eso. No tenemos nada. Somos
nadie. Nadie nos espera en ninguna parte. No creas que sos mejor que yo. En
nada lo sos.
-Me voy por eso. Porque hubiese caminado con vos hasta el fin del mundo
y hasta el último día, pero si valieras la pena.
-¿Entendiste?
-Vos perdiste. Y de la peor manera, sabelo. Sabelo hoy. Sabelo,
imbécil.
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-¿Vas a ir al supermercado
al final?
-No, no es que te
estoy “mandando”, no digas así. Solo lo pregunté porque tengo una lista. Pero
si no tenés ganas de ir, no importa, preguntaba nomás.
-Sí, viste qué calor que
hace.
-Justo estaba pensando
en prender el ventilador ¿qué decís?
-No, bueno, sí, claro,
mejor no. Tampoco hacen cuarenta grados jaja, tenés razón.
-Darle de comer a la
gata, eso tengo que hacer. Y cambiarle el agua, es cierto.
-A lo mejor me
recuesto un rato, si no te parece mal.
-No, no, no es por
nada. No, no empieces, no es que estoy de malas, es que me duele un poco la
cabeza, nada más.
-Sí, jaja la verdad
que tenés razón, estoy arruinada. Re arruinada estoy.
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Me río pero
me siento morir. Quiero gritar, estoy gritando por dentro. Me duelen las
entrañas.
Pero mañana
va a ser diferente, lo sé.
Mañana se lo
digo y me va a escuchar él y el mundo.
Sí, sí, mañana.
Mañana voy a
escupirle en la cara todo este infierno.
Y se va a
arrepentir de todo. Claro que sí.
Pero a mí no
me va a importar nada porque por fin voy a ser libre.
Mañana voy a
cerrar la puerta de esta jaula para siempre.
Ni un día
más voy a esperar eh. Ni uno solo. Ya lo decidí.
Mañana se lo
digo.
No hay más
tiempo que perder, basta.
No hay
vuelta atrás.
Ni un día
más voy a esperar eh. Ni uno solo.
Mañana me va
a conocer.
Mañana se lo
digo y se terminó.
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[En Primera Persona | 1]
Música: Sia. Bird Set FreeImagen: Dominique Issermann
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