16.6.13

La niña sola. G.A.

La niña sola ha venido. Está aquí sentada frente a mí recordándome quién fui y quién soy. No la quiero justo hoy, pero ella tiene esa cualidad de saber cuándo debe estar, elige los momentos justos para no dejarme olvidar. La niña sola. La niña que fui. ¿Te acordás? -me dice- ¿te acordás de cuando mirabas por la ventana? ¿te acordás de cuando esperabas en vano a quien nunca llegaría? ¿te acordás del llanto aquel, del llanto repetido, del que comenzaba con apenas unas lagrimitas rodando por tus mejillas y terminaba inundando la habitación, la casa y el mundo entero?

Qué cruel que es mi niña, llevándome de regreso a mí misma. Ella siempre lo logra y aquí estoy.  Estoy sola, como siempre, y siento tanta pena. Pienso que los recuerdos son tan injustos conmigo… porque hay algunas fotos viejas que muestran cosas que no recuerdo, las veo y es como si no me hubiese pasado a mí. Esa felicidad capturada en una imagen no es mía, no la siento mía.  Yo sólo veo esto, la soledad de la niña sola, la mentira para que nadie sepa lo mucho que sufro, la estúpida sensación de que me creen cuando les digo que mi papá trabaja en un barco y que por eso no está nunca, porque él viaja… suena tonto pero en parte me alegra haber tenido la certeza de que me creían, de no ser así, creo que hubiese preferido ahogarme antes de decir la verdad. A cambio de ahogarme a mí misma, ahogué otras cosas, ahogué mi tristeza, mi llanto en las noches y en las mañanas, ahogué mis miedos… y mi soledad. Lo ahogué todo y se lo dejé a ella: a la niña sola. Por eso viene a veces, en días lluviosos como hoy, a recordarme quién fui que es también quién soy. Viene a no dejarme olvidar que nunca pero nunca nunca,  ni una sola vez, sentí los brazos de mi papá dándome fuerza, diciéndome que me estaba cuidando, que velaba por mí, que nada malo iba a pasarme, y que me quería. Nunca, ni una sola vez. 

¿Cómo puede uno de niño vivir eso si no es con la más absoluta tristeza? ¿Cómo se puede evitar no sentirse un fallido de la vida, una desgracia, un error, un fracaso? La respuesta es una: no se evita, sólo se llora, sola, y se le miente al mundo. 

Luego se trata siempre de ser la mejor en todo, la mejor hija de esa abnegada madre, la mejor amiga, la mejor alumna, la mejor docente, la mejor siempre… porque quizás el problema fue que no fui tan buena como para que mi papá quisiera abrazarme aunque sea una vez y entonces ser buena y no sólo buena, sino la mejor en todo lo demás, me dé los abrazos, los miles de abrazos que intentarán -en vano- reemplazar a ese que nunca tuve.

Es por todo esto que me asalta al corazón, que odio cuando viene la niña sola. Porque ella no me deja escapar. Ella es la verdad. Es la cruel realidad de admitir que fui tan infeliz y nunca pude decirlo, sólo pude llorarlo sola, por no entristecer a nadie más… ¿o para no ser una carga y que los demás también me abandonen? Buena pregunta Gabriela. Pero esa respuesta sí que no la tengo.

La niña sola nunca se queda mucho tiempo, sabe que duele demasiado y no quiere hacerme daño, sólo quiere que yo recuerde que ella fue fuerte, que fue la que atravesó esa historia en la parte más difícil y que lo hizo lo mejor que pudo. Ella piensa –creo- que no es justo que yo la olvide y por eso viene. En días como hoy, justamente. Pero cuando me ve así como estoy ahora, yo siento que me abraza y me demuestra una vez más que si ella pudo sobrevivir, yo también puedo hacerlo. Aunque las dos sepamos que hay heridas que no sanarán jamás. Aunque las dos sepamos que hubiésemos dado cualquier cosa por una historia diferente a la que tuvimos. 

La niña sola empieza a desdibujarse en medio de la nada. No se lo digo, pero en el fondo la admiro, tan chiquita y tan fuerte frente al mundo, tan frágil y poniendo una sonrisa para que nadie jamás sepa lo triste y sola que está y el miedo que tiene. 

Al final de todo, creo que ella principalmente -pero también yo- merecíamos poder decir feliz día a ese papá que no tuvimos, que no nos quiso lo suficiente, ese pilar que no existió y por lo cual debimos hacer equilibrio toda, toda la vida. No porque decir feliz día sea lo importante, sino porque decirlo estaría implicando que una vez lo tuvimos.

En fin… la niña sola me trajo todas estas cosas y ahora se fue. 

Me quedo con lo que pude hacer de mi vida a pesar de toda esa tristeza. Pero no me olvido de lo que nunca fue, de lo que nunca será, de lo incomprensible y sobre todo, de lo injusto.


Nada más lejos de mí que darle un consejo a alguien ni a nadie. Pero ojalá que todos los que son padres sepan que no importa si no son los mejores del mundo, ni importa lo que puedan comprar con dinero, importa lo que quedará en esos hijos hasta el día de sus propias muertes, importa, digo, el haber sentido su presencia, el haber sabido que ahí estaban, el abrazo, el reto, el haber podido compartir algo… alguna vez.

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