Ven, camina conmigo,
sólo tú has bendecido alma
inmortal.
Solíamos amar la noche
invernal,
Vagar por la nieve sin
testigos.
¿Volveremos a esos viejos
placeres?
Las nubes oscuras se
precipitan
ensombreciendo las montañas
igual que hace muchos años,
hasta morir sobre el salvaje
horizonte
en gigantescos bloques
apilados;
mientras la luz de la luna
se apresura
como una sonrisa furtiva,
nocturna.
Ven, camina conmigo;
no hace mucho existíamos
pero la Muerte ha robado
nuestra compañía
-Como el amanecer se roba el
rocío-.
Una a una llevó las gotas al
vacío
hasta que sólo quedaron dos;
pero aún destellan mis
sentimientos
pues en ti permanecen fijos.
No reclames mi presencia,
¿puede el amor humano ser
tan verdadero?
¿puede la flor de la amistad
morir primero
y revivir luego de muchos
años?
No, aunque con lágrimas sean
bañados,
Los túmulos cubren su tallo,
La savia vital se ha
desvanecido
y el verde ya no volverá.
Más seguro que el horror
final,
inevitable como las
estancias subterráneas
donde habitan los muertos y
sus razones,
El tiempo, implacable,
separa todos los corazones.
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Alma Mía. Por Bela Hilda
Sabniewiez.
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