Llora
en silencio mi alma solitaria
excepto
cuando esté mi corazón
unido
al tuyo en celestial alianza
de
mutuo suspirar y mutuo amor.
Es
la llama de mi alma cual aurora,
brillando
en el recinto sepulcral;
casi
extinta, invisible pero eterna…
ni
la muerte la puede mancillar.
¡Acuérdate
de mí!... cerca de mi tumba
no
pases, no, sin regalarme tu plegaria;
para
mi alma no habrá mayor tortura
que
el saber que has olvidado mi dolor.
Oye
mi última voz. No es delito
rogar
por los que se fueron.
Yo
jamás te pedí nada: al expirar te exijo
que
sobre mi tumba derrames tus lágrimas.
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Llorando
a los muertos. Bajorrelieve. J. P. Molin. Foto R. Puig
Imagen obtenida AQUÍ. |
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